Os prometo que cuando veo este tipo de casas no puedo evitar que me entren unas ganas irremediables de irme a vivir a un bosque o en medio del campo. Me encanta levantarme los fines de semana y no oir ni un coche, sentir que todo está tranquilo porque no hay ese ajetereo de los días laborales. Ahora está de moda el «slow life» aunque es algo que siempre ha existido y lo mejor de todo es que lo tenemos al alcance de la mano, creo que estas cosas se me vienen a la cabeza porque últimamente estoy pensando en el otoño. No me gusta demasiado el asfalto pero reconozco que necesito tener la ciudad cerca sobre todo por mi trabajo y es por esto que vivo a las afueras en una casa con jardín que me da la vida.
Tengo claro que algún día mi lugar de residencia cambiará. Me trasladaré a algún pueblo encantador de esos en los que parece que no pasa el tiempo. Pues sí ¿por qué no? Hay que tener sueños, metas y aspiraciones en la vida. Esto no puede faltar nunca. Las ganas de prosperar tienen que estar ahí y hay que ser fuertes para afontar los cambios como se suele decir: «salir de la zona de confort». Realmente es algo que nunca me ha dado miedo. Hay que arriesgar, emprender…
Pues sí que estoy yo hoy reflexiva para ser martes. Los cambios de estación influyen, son nuevas etapas que en ocasiones te hacen pensar. Por mi parte y por ahora va a seguir todo igual pero bueno, ahí queda eso como queda aquí está preciosa casa situada en algún bosque de esos que me gustan y me consta que a muchos de vosotros también. Qué paséis un buen rato en ella y no dejéis nunca vuestros sueños de lado porque son el motor de la vida.