Hay paletas que representan cada una de las estaciones del año. Es algo puramente instintivo que nuestro cerebro relaciona año tras año. El color del verano bien se puede enmarcar entre los más cálidos. Amarillos, ocres o anaranjados son algunos de los colores con los que identificamos la época estival del año. Al principio del verano la luz brilla intensamente, nos deslumbra por las mañanas, nos llena de energía que desfogaremos en nuestros días de vacaciones. El color de la luz que vivimos en cada momento lo distingue todo queramos o no. Y ahora aunque el calendario diga que nos queda casi un mes de verano, la cosa ha empezado a cambiar.
Me gusta dormir con la persiana bajada pero dejando entrar la luz por todas las rendijas. Por las noches siempre hay algo de luz y por las mañanas el despertar es mucho más suave. Mientras que hace un par de semanas la luz entraba desde muy temprano como si estuviera avisando de que hay que levantarse de un salto, de que los días en verano son para vivirlos, ahora es más tenue. Viene a despertarnos un poco más tarde, parece como si se estuviera cansando. Lo agradezco profundamente porque así duermo más en mis vacaciones.
En algunos lugares ya empiezan a notar fresquete por las noches. El de la mañanas siempre es bienvenido en esta época pero cuando termina el día sin querer nos volvemos a acurrucar. Todo esto nos dice que el verano se está calmando y que por lo menos para mí, son los mejores días de la estación. Sin querer, todo esto que acaba de salir es lo que me ha venido a la cabeza al ver la fotografía de Annabell Kutucu. Ya hemos visto otros de sus trabajos por aquí como Casa Cook o Scorpios en Mykonos. Así es que si os apetece ver más fotografía bonita y lugares de ensueño para el verano aquí los tenéis. Por ahora os deseo…
♥ Feliz Finde ♥
El color del verano