Muchas veces cuando alguien contacta conmigo para que le ayude a poner su casa bonita, además de esto y siendo consciente o no, pide a gritos orden. Esto se suele dar sobre todo cuando tenemos niños, los espacios son pequeños o la decoración se ha quedado tan desfasada que no tenemos por donde cogerla. Aunque sé que mucha gente es reticente a la abundancia del blanco en la decoración por causas diversas, hay que reconocer que los efectos del blanco en cuanto a la harmonía de una casa son muchos. Es una cosa que tenía que experimentar por mí misma y ahora que este color que se ha convertido en el rey de mi casa, tengo que decir que no lo cambio por nada.
Creo que lo que más veces hemos oído sobre este color es la amplitud que proporciona, pues bien, tengo que decir que he descubierto otra. Soy una maniática del orden. Sí, he llegado pensar que ese TOC me invadió hace tiempo. Me desestabilizo cuando veo las cosas fuera de lugar, es algo superior a mí. Pues tengo que decir que desde que opté por el mobiliario y la decoración en este color, la cosa está mucho más sosegada. La base es tan neutra que aunque tenga una mantita sin doblar por aquí, algún cojín descolocado por allí, etc, etc… no me molesta tanto.
El color blanco proyecta una calma especial en los ambientes. Se puede combinar con cualquier color o textura. Hablando de esto último ya sabéis mi debilidad por los detalles en madera o los cestos de fibra. Ahora en invierno es momento para las mantitas de lana gorda o de pelo y si queréis calidez absoluta cuando os sentéis tranquilamente por la noche en el sofá, ya sabéis que no puede faltar una vela encendida. En la casa que os dejo hoy aquí es todo blanco y lejos de ser incómoda de mantener al ser una base tan clarita, os aseguro que no resulta nada fría. El total white también es para el invierno y, por qué no, para una casa con niños también.
Precioso .con el blanco todo es más fácil